Memoria y perdón

SAVATERIANAS, 7

Trae a la memoria Savater en la columna del sábado 2 de diciembre el asesinato etarra del exministro Ernest Lluch hace 23 años, y cuyo recuerdo el PSOE ha malogrado estos días teniendo que rectificar un tuit en el que no mencionaba la autoría de su muerte. Las voces que antaño apelaban a la capacidad de diálogo de Lluch de entonces y las que afirman ahora que el político hubiera apoyado el acuerdo Bildu-PSOE para la investidura de Pedro Sánchez resuenan a lo largo del texto como palabras inaceptables por su falsa ingenuidad o su hipocresía. El tema de trasfondo -y a la vez principal- es la condena de este acuerdo -una legislatura más- como moralmente reprobable.

Por aquellos primeros dos miles no eran pocos los partidarios de establecer un diálogo entre la banda terrorista y el Estado (o los grupos políticos de gobierno) para acabar con los asesinatos. Los distintos partidos de la izquierda abertzale -o el mismo siempre en un proceso en el que se nombraban con distintas marcas- han sido considerados brazos políticos de los terroristas y su validez democrática se la hacía depender primero del fin del terrorismo y luego de una condena explícita suya de los asesinatos perpetrados por ETA. Muchos aún estamos esperando esta segunda parte.

Algunos de ellos somos conscientes, además, de que la condena de todos los asesinatos terroristas por parte de un partido como Bildu (y el arrepentimiento, la solicitud de perdón… gestos que den algo de firmeza a esta parte fangosa del suelo vasco) no nos llevarían directamente a un estado de normalización de la convivencia, y un paso lógico y necesario posterior pasaría por la condena y el arrepentimiento también de las fuerzas de seguridad del Estado -y por tanto del Estado español- por sus excesos policiales, cuando no por el establecimiento de un sistema abusivo del que el maltrato, la tortura e incluso el asesinato formaron parte. Habría más pasos que dar después.