Iniciándome en Nothomb.

Hay que ver qué vidas más entretenidas tienen los aristócratas (imagino que los que se lo saben montar o tienen una inteligencia sensible o al menos dos dedos de frente), qué de desmesuras imposibles para el común de la especie y qué miedos, dramas y dolores tan ajenos a casi cualquier lector atrapado en la grosera pesadumbre de lo biológico o, como mucho, de la explotación capitalista. Será eso lo que más me atrae de Amélie Nothomb, una vida con castillos arruinados al fondo que aún se pueden visitar. No sé qué otra novela he leído de ella -fácilmente podría ser «Barbazul», imagino que al vuelo, según entrara un día en la librería- pero al pasar las páginas de «Primera sangre» durante el verano de 2023 tuve una sensación que recordaba y que me conectaba con los cuentos clásicos europeos y con una de mis autoras de cabecera, en realidad uno de los 5 autores que a fecha de hoy tienen un lugar reservado como propio en nuestra librería junto a Reyes Mate, Juan Mayorga, Angélica Liddell y Roberto Bolaño: Agota Kristoff. Esa sensación parte de un estilo seco que como alguien decía de la prosa de la húngara camina como títere sin cabeza. Parece dañina a veces y, en cualquier caso, el dolor es materia principal (Angélica Liddell) y se cuela por cada intersticio de la lectura, descubriéndose uno blando o sintiendo la necesidad de ponerse a salvo. Puede que ellas tres (Kristoff, Liddell y Nothomb) pudieran formar un temible tridente que enarbolar como bandera o marca de nuestra librería, como símbolo posible de nuestro fondo editorial, aún tratándose de vidas y obras muy diferentes.

Amélie Nothomb, 2021. Editorial Anagrama, 2023 (Traducción Sergi Pámies). 150 páginas. Pvp: 18,90 €.

Disponible en librería: latiendadelope@gmail.com // Tfno. 983 60 11 88.

En esta última novela la francesa-belga-japonesa hace un ejercicio de estilo que consiste en narrar en primera persona la vida de su padre -Patrick Nothomb- hasta llegar al punto en el que este se encuentra ante un pelotón de fusilamiento en El Congo, 1964, circunstancia que da comienzo y fin a la novela. Proporciona, como decía, una lectura ágil en la que la violencia está presente en formas diversas que van desde la niñez de Patrick con una madre desapegada que delega la crianza del hijo en sus abuelos, con el abuelo poeta y culto, persona difícil de carácter misántropo, y con las largas temporadas en el castillo de la familia donde el niño Patrick pasa duras pruebas que hacen de la vida supervivencia. Las penosas condiciones durante la Segunda Guerra Mundial, su insuperable aversión a la sangre, los amigos, el amor y, en fin, su secuestro -como representante del consulado bruselense- por rebeldes congoleños que lo llevan al pelotón de fusilamiento con el que la narración se abre y que acaeció antes de que la autora fuera concebida completan el homenaje al padre muerto recientemente cuando Amélie Nothomb encaraba la escritura del libro.