Voces en el llano.

Este verano he releído «El llano en llamas» en esta edición anterior a la celebración del centenario Rulfo (y sobre esto último también ha llovido ya) porque es la edición que tenía a mano en casa y en la librería no tenía ninguna. Esto último será solucionado en breve. El caso es que surgió de repente la necesidad de leerlo tras una noche de jugosa conversación con Jaime Santos, inconclusa y seguramente inacabable, tras su paso con La Chana teatro por Olmedo para participar de la primera edición de «El Clasiquillo», del que dejo el enlace por si a alguien interesa ya que yo poco debo decir.

No es del todo cierto que la prosa de Juan Rulfo sea un ejercicio de síntesis ni que su estilo sea minimalista o carezca de ornamentos. La prosa de Rulfo (pero yo no estoy diciendo nada nuevo, ya todo el mundo lo ha dicho todo sobre Rulfo) es voz de los campesinos que protagonizan su obra, es voz natural que expresa sus quejas y razones, de una oralidad propia del territorio seco y yermo donde acontecen sus penurias, y es voz que sin embargo no escatima en recursos estilísticos por medio de los cuales estos personajes hablan mejor de lo que jamás lo hicieran los mexicanos de por allí. Y, sin embargo, nada de lo que dicen podría no ser hablado… no sé si me explico: quiero decir que cuando Jaime Santos me estuvo diciendo de memoria pasajes de algunos de estos cuentos con acento mexicano -verdadero acento mexicano- quedaba claro que también Rulfo pensaba en ser dicho cuando escribía. Nada artificioso hay en el hablar inventado de sus personajes, que no son novelistas ni poetas ni pueden serlo, pero su contar se eleva hasta una de las cotas más altas de la literatura universal. Esta es la cosa.

Volver a estas páginas que a mí me parecen más tristes que violentas -porque su violencia es aceptada como necesaria- me ha llevado a reflexionar también sobre una cuestión que me preocupa (tengo mis razones) mucho desde hace tiempo, y que tiene que ver con el tratamiento de la conciencia de los personajes que se da en la literatura, sobre todo en la prosa (en poesía la conciencia quizás no deba pasar de punto de partida, pero no sé). Hay desde luego en Rulfo una intención clara de que su narrativa esté ligada íntimamente a la conciencia de sus personajes y esto cabría ligarse con preguntas -¿pasaremos de ahí alguna vez?- a propósito del conocimiento, de nuestra visión y relatos del mundo que acontecen y que seguramente sólo puedan hacerse desde una red de intersubjetividades que escapan a la -tantas veces pretenciosa pero incluso impostora- crónica.

El próximo jueves 21 de septiembre La Chana teatro estrena en el CAEM de Salamanca «Natalia», una obra con la que regresa a la manipulación de títeres construidos, y que ocuparán un espacio creado también desde la danza. Nos contarán a Rulfo, ya que el montaje parte de su relato «Talpa», uno de los que componen «El Llano en llamas», y yo estaré allí, bien acompañado como otras veces, el día siguiente a su estreno, en una nueva función que también acogerá el CAEM a las 21 h del viernes 22 de septiembre.