Veo los debates, los telediarios de TVE. A veces los veo mucho: puedo ver el debate mañanero LOS DESAYUNOS varios días seguidos. No tengo muy claro las razones aunque sospecho que tiene que ver con la necesidad de saber qué piensan los otros. Trato de quitarme el concepto «otro» de la cabeza para ver en el otro una oportunidad para mí pero ya ve, lector, que de momento no me sale. Escucho y aprendo en cualquier caso.
Hace unos días me quedé dormido en la pequeña siesta de diario: yo hago mis siestas más bien despierto. A las cinco había uno de esos debates del 24 HORAS que me gustan. Tomé aire porque es de verdad que me gustan pero siempre necesito unos instantes de mentalización. Del debate formaba parte Graciano Palomo. Es este un tertuliano burgalés, peculiar, de impresionante bagaje periodístico y cuya retórica admiro porque utiliza expresiones de otro tiempo y me parecen exóticas. Y originales, ricas. Él dice que habla «como los del surco»: dejo aquí una entrevista. De aquellas, estaba rodeado de otros contertulios con argumentario conservador y llamó mi atención una teoría que entre todos ellos empezaron a defender: esta consistía en que el votante de Erdogan era el habitante -de momento no lo vamos a elevar a la categoría de ciudadano- de las zonas rurales. De pueblo, vaya: de tan paletos, ignorantes, votaban a los populistas, los del discurso de oferta. Me dejó perplejo. Así, igualmente de pueblo era el votante que posibilitó el brexit británico, el que dio la victoria a Donald Trump y, por supuesto, quien estaba dando oportunidades a Le Penn en Francia. Francia. Y EEUU y Gran Bretaña y Turquía. ¿Y España? Me preguntaba yo. ¿A quién votan los paletos españoles? ¿También a los populistas?
A Graciano Palomo se le nota, por otra parte, desencantado. Dice que no está para defender a chorizos, que tiene una edad ya. Le gustaría que Rajoy dimitera. Cuando hablo de politiqueos con mis amigos de la cantina, o cuando lo hago en otros ámbitos, mi respuesta siempre es la misma: no hay nada que hacer. Salvo una cosa. Si eres de pueblo hay margen de acción: trabaja para tu comunidad, enriquécela. Se activo, ciudadano. Sal a la calle y haz cosas. Con el ayuntamiento o con otros, da igual. Juntémonos. Podemos estar por encima de los acontecimientos nacionales e internacionales siempre que estos no sean extraordinarios. Como ciudadanos podemos ser extraordinarios siempre. Vivamos de una forma activa, pues. Seamos de pueblo y de nuestro pueblo. Sed de vuestro pueblo, despabilad. Ningún voto nos va a dar oportunidades de verdad: hay que ponerse el mandil y cocinar. Si vives en un pueblo tienes suerte, puedes lograr que otros participen, puedes hacer de tu pueblo un espacio con la personalidad propia de sus vecinos.
Yo soy de Olmedo. Pueblo vallisoletano. Los de Olmedo tenemos por vecinos de comarca a los pedrajeros, de Pedrajas de San Esteban, y este año mantengo con ellos una relación más estrecha de lo acostumbrado. No voy a entrar en la ridícula disputa entre pueblos fruto de un chauvinismo que se ve claro en el ojo ajeno de la política estatal. Voy mucho a Pedrajas últimamente. Hace años que mi librería toma partido en su Feria del Libro Rural. En 2017 se ha celebrado su quinta edición. Así que allí estuvimos con nuestros libros de teatro, de poesía, cómic… y organizamos un par de actividades para la tarde. Una consistía en el cuentacuentos de la compañía de teatro Pie Izquierdo EN LA GLORIA, con el que Esther Pérez Arribas provoca a sus pequeños espectadores con títeres que la acompañan.. Historias que hacen reflexionar, que hacen ciudadanos: estoy muy tocado por un libro de Toni Puig, que recomiendo a todo el que le interese la gestión cultural y también al que interese la política, en el sentido amplio, generoso, de la palabra. Se llama SE ACABÓ LA DIVERSIÓN.
Desarrollamos otra actividad esa tarde que consistió en una tertulia entre algunos de los autores de OLMEDO INSÓLITO. Es este un libro de obritas literarias que surgió entre los tertulianos de mi librería. Siete autores escribimos (yo también lo hice y de verdad que lo siento) siete piezas cada uno (fundamentalmente cuentos y poemas) que tenían a nuestra villa y a algunos de sus villanos como protagonistas de todos ellos. El siete, además de número mágico, está ligado a la tradición legendaria de Olmedo, pues supuestamente lo enriquecen siete pueblos, siete iglesias, siete conventos, siete casas nobles, siete fuentes, siete arcos y siete plazas, es decir, siete sietes. Lo importante es que (José María Rodríguez, Esther García Guerra, Juan Carlos Baruque, Antonio Roset, Carlos E. Sainz de la Maza, Ángel Molpeceres y un servidor) decidimos desarrollar el juego y ahí que fueron nuestras cuarentainueve mentiras como cuarentainueve soles: divertidas, desenfadadas y cariñosas. Entre el público que nos escuchaba otros amigos que escriben de lo suyo y que participaron de la tertulia: Carlos Arranz y Víctor Sanz. Del primero hablaré en otro momento. Del segundo unas breves líneas para despedir esta entrada.
A la semana siguiente, ya de vuelta a Olmedo, acompañado por Antonio Hurtado, Víctor Sanz escenificó nuestra última escena por el momento. DE COSECHA PROPIA es un recital de poemas que Víctor interpreta y que Antonio viste con música de guitarra. Es pura participación ciudadana: me encantó. Víctor nos contaba historias que contextualizaban sus poemas, conectaba con el público de la librería y cosechó también algunos cómplices esa tarde. Cultura de participación directa. Cómplices y más cómplices para seguir tejiendo nuestros espacios, espacios cuya gestión no se pueden delegar en los votos de cada tantos años. Nos gusta lo pequeño porque es lo importante, porque es lo verdadero y porque es la única oportunidad que tiene lo grande para ser con sentido. Somos muy de pueblo, pero no tan paletos.
Varios autores, 2016. Autoedición.
334 páginas. Pvp: 12 €.
Disponible en librería y en el aula de teatro La Guardería (Valladolid)