Merecer la pena.

Hablar de un mismo tema todo el rato hace que el tema pierda su gracia. Que me haya dado por las memorias me lleva a hablar quizá en exceso de una cuestión que, además, requiere de acotaciones que establezcan campos, por aquello de saber de qué se habla. El de la memoria es un tema difícilmente conmensurable y, por ejemplo, no vendría a cuento hablar en esta entrada de mi falta de memoria, esa que me ha llevado a perder dos libros en los últimos meses: PRESENCIAS REALES, de George Steiner, en edición de SIRUELA,  y  MEMORANDUM / EL ERROR, de Vaclav Havel y que edita la ADE. De este último me han llegado recientemente 10 ejemplares porque va a ser libro de nuestros JUEVES DRAMÁTICOS, en una versión especial que terminará tras dos meses de lecturas y preparación en una dramatización que haremos pública. Será en enero y febrero del 18 y Óscar García tiene casi toda la culpa. Empecé la lectura de MEMORANDUM, de aire kafkiano y beckettiano, con un humor muy fino y también muy político, y en algún sitio debí de dejarlo, pero ni siquiera hay rastro en mis libretas que componen, al menos, listas para el recuerdo. De ellas tiro para escribir estos artículos.

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Vaclav Havel, 1965 y 1983 respectivamente. Edición de asociación de directores de escena, 1990. 170 páginas. 8.65 €

Lo cierto es que mi memoria es tan mala que en la publicación anterior, en la que hablaba de Oliver Sacks, olvidé comentar algunas cuestiones importantes de su libro EN MOVIMIENTO, la fundamental de todas es su alegría a pesar de todo. Es decir, puede que el libro tenga un carácter algodonoso un tanto decepcionante, pero también vale hacer la cuenta en sentido inverso: a pesar de las dificultades la vida puede disfrutarse, creo que trata de decirnos. Nos hace ver que de las máximas dificultades pueden sacarse experiencias enriquecedoras. Y aún: contar las cosas con alegría o al menos comprensión hacia uno mismo es hacerlas digeribles, crear buenos recuerdos, puede que falsos pero… ¿cuándo puede uno fiarse de verdad de su memoria? Este es otro tema.

En lo que al libro de Sacks se refiere digo también que particularmente me ha emocionado -porque soy fácilmente emocionable y entiendo que un pelín pamplinero- un final en el que el Sacks de 77 años, bien jodido con su ciática, su ojo izquierdo prácticamente perdido por un melanoma y su rodilla derecha machacada, se enamora de nuevo de un hombre, treintaicinco años después de haber practicado sexo por última vez… Habría que preguntarle si mereció la pena tanta espera, o tanto sufrimiento al final de su vida… Pero ya sabemos que diría que sí.

En septiembre leí a Julio Llamazares en su columna sabática de EL PAÍS: iba de memoria. Sobre la paradoja que se estuvo haciendo visible durante las semanas de sequía en España: viejos pueblos ocultos bajo el agua de pantanos artificiales se descubrían entonces a los ojos de aquellos que habían perdido su hogar bajo las ostentosas inauguraciones franquistas. Ahora, decía, que los ríos fluyen por su cauce natural de nuevo tan sólo se oyen las voces de quienes claman al cielo (la mayoría de nosotros) para que llueva. Pero qué pasa con la memoria, con la historia de quienes «regresan a sus lugares de origen para reconocer sus casas y recordar su pasado» (sic). Y me digo entonces: ¿Cuando de nuevo llueva y todo quede inundado deberán resignarse al olvido? ¿A pensar que fue un sueño? Entonces también ellos se alegrarán de que vuelva a llover, de que sus pueblos y sus casas desaparezcan de nuevo: hay penas para las que estamos preparados, y que creemos necesarias: es cuando algo «merece la pena».

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Clara Janés, conferencias de 2004. Siruela, 2010. 132 páginas. 15.90 €.

El caso es que he seguido con las memorias estos días. Hace ya algunos que terminé el maravilloso libro de Clara Janés sobre María Zambrano: DESDE LA SOMBRA LLAMEANTE. Se trata de una edición muy chula de SIRUELA (2010) compuesta de varias conferencias que la poeta dio sobre la filósofa sobre todo en el año 2004, cuando se celebraba el centenario de su nacimiento. Janés la conoció bien, primero de manos de Rosa Chacel y luego por sí misma, y en ambos casos por reuniones en su casa de Madrid, ya anciana al regreso del largo exilio que sobre todo vivió en La Pièce, casa de campo francesa en donde la imagino en paz consigo y ampliando -como diría Oliver Sacks- su mapa cerebral desde la tranquilidad, las lecturas y la escritura pausada, oxigenada por el aire del bosque…  Evidentemente Clara Janés es también conocedora de la obra de Zambrano, cuyo sistema filosófico es profundo, riguroso y muy atractivo, el suyo es uno de los pensamientos más importantes de Europa y desde luego de España, pero en mis años de la UVA -estudios de Filosofía- a penas se la nombraba.

De esta introducción a su obra lo que me maravilla es la conexión de su filosofía con lo oculto, con lo pitagórico, lo órfico. La música (que tiene a su vez su origen en la danza, y esta en la respiración), llanto y gemido por el sentir del tiempo, es puente entre ese sentimiento, lo profundo del yo (¿soledad?) y el logos, lo profundo del cosmos. La música es gemido y es tiempo racionalizado, es aplacatorio y conecta con el logos, por ahí anda ya la razón poética. Y en el tiempo racionalizado están los números porque ellos están en la música. Por eso los números, las matemáticas, conservan un sentido (reminiscencias) mágico. Matemáticas, razón mediadora, es traducción del ritmo.

Y dicen Zambrano y Janés sobre Zambrano (me resulta difícil distinguir): «El número y el ritmo revelan el tiempo cósmico y la máxima realidad que de él se arranque será el alma. El alma, descubrimiento, revelación de inspiración órfica, que es viaje a través del tiempo».

Y no hay que olvidar que, según los pitagóricos, la relación musical entre los astros  se reproduce en los órganos de los seres humanos: danza, música, matemáticas. Por eso la razón poética: porque el pensamiento no puede separarse de la vivencia ni del misterio, el pensamiento es integrador, no huye , ni rompe a la manera de la filosofía, de la realidad, de la tragedia de la vida. El poeta no trata de transformar  el mundo (en el sentido de retorcerlo conceptualmente, no en el sentido político), sigue el curso del río (Manrique) y ahonda o nada en el misterio.

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Rosa Chacel, 1960. Editorial Comba, 2015. 704 páginas. 21 €.

Tan buen sabor de boca me ha dejado esta lectura que ya he pedido algunos libros de María Zambrano, el primero de los cuales empezaré a leer será DELIRIO Y DESTINO. De momento estoy con LA SINRAZÓN, de Rosa Chacel. Lectura densa, libro de memorias ficticias o ficcionadas, y que comencé con mucha ilusión pero que me ha ido desfondando según avanzaba. Por momentos me he sentido sin energía leyendo retratos psicológicos, reflexiones interminables… He querido abandonarla en un par de ocasiones (ay, qué pobre) y luego he querido alternar su lectura con la de otros libros, pero he reflexionado antes para llegar a la siguiente conclusión: ¿para qué alternarla con otros autores, pudiéndola alternar a ella con ella misma? Chacel lo abarca todo, merece la pena de no empezar nuevos libros… quédense con la expresión…