Las funciones de Olmedo Clásico.

Sería oportuno un debate que tratara sobre las fortalezas y debilidades propias de un festival pequeño y, ya puestos, de las oportunidades que esto crea para sí y para la ciudad en la que se desarrolla, sean o no visibles a la primera mirada de cambio. Lo de encontrar oportunidades en los problemas que amenazan un proyecto es obligación de los gestores culturales: no se trata de conformarse con réplicas a escala de los idealizados referentes mejor presupuestados, ajustándolas a la medida de nuestras (pobres, ay)  posibilidades, sino de sacar partido de las peculiaridades propias de lo pequeño, de lo que nace del propio territorio. Entre otras cosas uno debe preguntarse para qué sirve un festival y, de manera prioritaria, qué función puede cumplir en el terreno en el que se desarrolla, sea este, por ejemplo, su pueblo. A la vez, no puede despreciar la oportunidad de alimentarse de las artes y movimientos culturales que ponen en marcha sus conciudadanos o que pueden poner a partir de inquietudes más o menos tímidas que no siempre encuentran canales o medios para desarrollarse….

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Inicio en la calle de la función «Hamlet entre todos», de la compañía LOS NÚMEROS IMAGINARIOS. (FOTO: Pío Baruque)

El festival de Olmedo es un hito cada año en Castilla y León. Su dirección ha logrado consolidarlo como evento teatral, con una programación que de la mano de Benjamín Sevilla se ha ido refinando con el paso de las ediciones y que, poco a poco, ha ido incorporando nuevas miradas y, digamos, otras maneras de afrontar el espectador la función teatral. Este festival es hoy en día un referente divulgativo  gracias a las Jornadas de Teatro Clásico que organiza Germán Vega, con la UVA como referente académico  y que incluyen una publicación por cada edición. Además el festival sigue formando actoralmente cada año entre 14 y 20 personas con intenciones más y menos profesionales (y, por tanto, más y menos diletantes) gracias a su curso «Fernando Urdiales», seguramente uno de los más intensos de cuantos se desarrollan en los festivales de verano del país, con siete profesores dirigidos por Esther Pérez Arribas, y que abarca interpretación en verso, lucha, danza, atrezzo, música y literatura barrocas.

Pero yo en este artículo quiero hablar de las funciones de Olmedo Clásico. Es lo que más me importa. En realidad es lo que más importa a la mayoría. En proporción se sigue programando mejor en el CAE San Pedro, tanto las funciones de teatro inmersivo  de la compañía LOS NÚMEROS IMAGINARIOS como la función infantil de TROPOS TEATRO DE TÍTERES estuvieron a una altura sobresaliente, especialmente la primera.

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Un momento de a función en el CAE San Pedro de «Hamlet entre todos», con el público participando. (FOTO: Pío Baruque)

Hamlet entre todos dura más de cuatro horas y sin embargo es bastante probable que el espectador que se atreva a pasar por alto este aspecto a primera vista fronterizo o que, despistado, no se haya percatado de ello, no mire el reloj en todo el tiempo de la función, de duración aproximada porque nunca pasa lo mismo o, mejor dicho (¡teatro!), lo que pasa en la representación es palpablemente diferente cada vez. El director, Carlos Tuñón, abre la posibilidad al espectador de experimentar la tragedia de Hamlet desde el pellejo de uno de los personajes principales: Ofelia, Gertrudis, Horacio,  Claudio o el propio rey asesinado por este último. Esa vivencia en primera persona es una posibilidad que el equipo de LOS NÚMEROS IMAGINARIOS brinda amablemente y de la que se puede o no hacer uso porque, efectivamente, en cualquier caso uno va a disfrutar de una interpretación mayúscula a unos centímetros de sus narices. El equipo de la producción tiene un control total de la función, atienden a los espectadores con mimo y les permiten decidir y disfrutar lo que prefieran. Y es inevitable disfrutar siempre de una interpretación deliciosa y conmovedora en la que Alejandro Pau se rompe y recompone mil veces y hace otras tantas transiciones, canta, toca la guitarra y lucha con el convencimiento de quien está sufriendo un dolor no sólo  incontenible sino, además,  inexpresable… Una experiencia gozosa y que ha sido lo mejor de este festival sin ninguna duda.

La otra función que se hizo en San Pedro corresponde a la sección CLÁSICOS EN FAMILIA, es decir, teatro infantil. Un acercamiento a los más pequeños del clásico de Calderón «La vida es sueño», con títeres muy bien manipulados por Paco García y Guillermo Gil y una narración seria a partir del texto del propio Guillermo Gil, de las que nos gustan a los libreros y teatreros de por aquí, por cuanto que se hace desde una confianza en los pequeños espectadores que no necesita complacer a los adultos acompañantes. Un trabajo riguroso y divertido que se desarrollaba la mayor parte del tiempo en un teatrillo de títeres polivalente y móvil, con muñecos de mesa, pero también de guante y varilla… y que ha sido candidato a los Max 2015 y Mención especial del Festival de Teatro de Almagro. Muy recomendable Y los sueño sueños son.

Y los sueños sueños son
Y LOS SUEÑOS SUEÑOS SON, adaptación infantil de Calderón por la compañía»Tropos teatro de títeres» (FOTO: Pío Baruque)

Que dos de los cuatro mejores (si alguien prefiere cinco, y me parecería excesivo decir seis) espectáculos del festival correspondan a las secciones no generalistas, es decir, a aquellas que más tienen como cometido complementar el programa oficial que ser ellas mismas sustanciales, debería ser otro tema a reflexionar. Por seguir hablando de funciones digo que otra de las principales de este festival es que los olmedanos aprendan las claves del clásico para poder disfrutar de ello, para poder criticar, debatir, conversar, provocar y ser provocado… y sinceramente pienso que el festival lo ha conseguido. Hay ahora un número de olmedanos interesados en el teatro clásico que hablan de teatro clásico y arrojan sobre ello su propia mirada. Es un proceso de años y quizás sea este un buen momento para que las propuestas alternativas se potencien hasta convertirse poco a poco en lo oficial, por aquello de avanzar como espectadores, ahora que hace tiempo que supimos, por ejemplo, que grandes producciones, caras de la tele y buen teatro no son lo mismo, aunque a veces coincidan: el propio festival nos ha enseñado esto a los del pueblo.

Sigo con sus funciones. En la corrala la mejor fue, sin duda, COMMEDIA, de Contraproducións  a partir del texto de Goldoni «La bague magique». Un divertimento absoluto, desternillante, el de los intérpretes de esta compañía gallega que manejaban a la perfección los roles de la imperecedera Comedia del Arte, con  generosidad y desenvoltura físicas, y de un tono juguetón y crítico, alimentado, como no podía ser menos, de chascarrillos y noticias de la villa con las que se metieron al público en el bolsillo. Una función ideal para hacer la apertura del festival y que nos hubiera puesto las pilas a los incondicionales de Olmedo Clásico. Pero tocó jueves y hubo mucha butaca vacía: paradojas y nueva reflexión: ¿los espectadores van a ver funciones o días de la semana…?

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«Commedia», de la compañía CONTRAPRODUCIÓNS, a partir de un texto de Goldoni. (FOTO: Pío Baruque)

Otra de las funciones más notables de la corrala y de todo el festival fue la Comedia Aquilana, de Nao d´Amores en coproducción con la CNTC. Ana Zamora y su equipo volvieron a poner sobre las tablas un texto prebarroco, esta vez de Torres Naharro, para delicia del público presente: un caramelo de una hora en la que la música, la danza y la expresión acompañan a la palabra teatral, que no sólo cobra vida sino que brilla en esta obra romántica e ilumina un texto que se desarrolla, colorido y vivaracho,  a fuerza de maravillosos desequilibrios entre lo inocente y lo pícaro. Tengo que verla otra vez.

El comentario gracioso entre los olmedanos, pasado el fastidio de la noche de la función, ha sido este año que el caballero de Olmedo salió vivo. Tuvo que suspenderse la función de NOVIEMBRE TEATRO por culpa de la lluvia, y fue una pena porque pintaba muy bien. Tampoco el teatro parece que muera después de todo y RON LALÁ, en el cierre del festival, complació al público y lo puso en pie con un montaje original, divertido y lleno de energía: Crimen y telón. La energía en escena es algo que de lo que hace muy buen uso Eva del Palacio, que con su MORBORIA puso sobre las tablas una divertida, pelín larga, de Agustín Moreto: De fuera vendrá quien de casa nos echará.

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«Comedia aquilana», de Torres Naharro, desde la mirada de Ana Zamora y su NAO D´AMORES. (FOTO: Pío Baruque).

Dos funciones más por reseñar: gran producción de ATALAYA TEATRO, la compañía de Ricardo Iniesta que estrenó en Olmedo su REY LEAR y que sacó adelante con solvencia y una imaginería espectacular a pesar de la climatología. Es marca de la casa una solemnidad y una gravedad pasadas de rosca en la interpretación que, en fin, podemos encontrar también en compañías fundacionales, referentes absolutos y hasta buques insignias del teatro, como nuestros amigos de CORSARIO, que pusieron sobre las tablas «Traidor», de Zorrilla, y de la cual lo mejor fue la interpretación de Carlos Pinedo, que encarnaba al pastelero Espinosa.

Pero hay más funciones. El festival de Olmedo cumple con su objetivo turístico, de atracción de consumidores y la ocupación de habitaciones es casi plena los dos fines de semana que lo integran y, de hecho, queda limitada por la baja capacidad de absorción hotelera de la villa . Además el ambiente bulle a determinadas horas y la calle está más animada que de costumbre también entre semana. Cada año la cifra de espectadores mejora sensiblemente y, en fin, los números respaldan la gestión del evento.

Olmedo Clásico ha conseguido ser uno de los máximos representantes de ese turismo cultural del que las instituciones castellanoleonesas hacen gala y hasta la fecha ha sido gestionado con incuestionables buenos resultados como un producto bien envuelto y presentado -algo en lo que convendría no descuidarse y buscar ser exquisitos- que además de conseguir cierta sensibilización en los olmedanos respecto a las artes escénicas ha contado con el respaldo académico de la Universidad de Valladolid, lo cual le añade un valor de calado cultural más allá de lo efímero de los espectáculos.

Además, dos compañías de teatro de la tierra han colaborado desde el principio de manera estrecha con el festival. Desde su génesis CORSARIO, con Fernando Urdiales a la cabeza, que fue fundador y codirector: la compañía ha formado cada año parte de la programación como representante primera del teatro clásico de Castilla y León. La otra compañía, PIE IZQUIERDO, ha producido con el festival tres espectáculos infantiles y su directora, Esther Pérez Arribas, desarrolla el curso de análisis e interpretación actoral desde el primer año, cuando Urdiales la llamó para trabajar a su lado. Más de doscientos alumnos han pasado ya por el curso estos años y sus contenidos siguen diversificándose en materias y ampliando en horas lectivas desde que Esther Pérez Arribas asumiera la dirección en solitario, con máximas dificultades presupuestarias desde entonces.

MENTIDERO
Ambigú de la librería olmedana LA TIENDA DE LOPE en el CAE San Pedro durante las Jornadas de Teatro Clásico: Yolanda Martínez habla de su proyecto vallisoletano ARQUITECTURA Y TEATRO a Esther Pérez Arribas y a sus alumnos del curso de análisis e interpretación actoral.

En cualquier caso, Olmedo Clásico ha sabido alimentarse y rodearse de activos culturales y artísticos del territorio que no sólo lo han dotado de contenidos óptimos sino que, además, le han proporcionado una identidad propia respecto de otros festivales de teatro clásico veraniegos.  En ese sentido su mirada sigue siendo inteligente cuando apuesta por pequeños proyectos autóctonos como el de la librería LA TIENDA DE LOPE que complementa las Jornadas de Teatro y que se plantea como punto de encuentro en el ambigú del CAE San Pedro entre profesionales y aficionados de la escena y las literaturas clásicas, o cuando fomenta y potencia las exposiciones de quien es el fotógrafo oficial del festival, PÍO BARUQUE. Esta es la senda que debe transitar un festival pequeño. Estas son sus fortalezas. Y va bien, se está haciendo bien y desde aquí animo a los organizadores a que en la evolución a la que todo festival está obligado se estudien y aprovechen aún más las oportunidades que los propios olmedanos ofrecen, con sus teatreros, con sus músicos, sus artistas plásticos, profesionales y diletantes… y, por qué no, con los de los otros pueblos de la comarca… tierra de pinares es un área especialmente dinámica y con muchas iniciativas artísticas y culturales en la provincia de Valladolid.

Este festival que va cumpliendo con sus objetivos turísticos y de divulgación artística y académica deberá desarrollar en los próximos años iniciativas que procuren su raigambre en el terreno y que, por tanto, lo hagan crecer junto a sus ciudadanos: ese es el sentido de innovación que propongo al festival de Olmedo, y para el cual le invito a transitar un camino de verdaderos obstáculos y oportunidades que respondan, esto sí, a su condición de servicio, al fin y al cabo, público.