Cuanto antes mejor.

«La anguila» es mi primer Bonet y de su lectura me ha sorprendido cuánta vida puede contener una sola persona. Definitivamente voy con retraso y quizás sea esto lo que hace que uno lea con excitación un libro que tiene en realidad mucho de triste. Se acumulan los sucesos dolorosos en Paula Bonet como si estuviera ella destinada al fracaso y hubiera sido programada por la vida, la madre naturaleza, el gran demiurgo para equivocarse: lo suyo es fatalidad. Quizás su cuerpo como material experimentable para la performance por un dios juguetón -peligrosamente pueril- que manipula, evidentemente, el cuerpo de los demás, el de Paula Bonet en concreto, no el de Marina Abramovic, que ella misma ponía a disposición de morbosos mortales de ambos sexos. En este sentido a Paula Bonet la intervención le viene impuesta, y «La anguila» es una especie de memoria o relato de su violencia sufrida.

Anagrama. 237 pág. 17,90 €.

Así, las vivencias juveniles se fueron sucediendo intensas hasta hollar un cuerpo envuelto en varias relaciones tóxicas con hombres que en el mejor de los casos la utilizaron. Este vivir de prisa no respondía a la necesidad de llegar primero a ningún lugar pero lo cierto es que la escritora (ilustradora, pintora) se encontró en aquellos años de experimentación sin saber muy bien cómo ni adónde llegar. El relato que ahora publica al respecto se entreteje con su periodo de aprendizaje como artista plástica, y de donde parte la relación sentimental -nuclear- con uno de sus profesores. La violencia ejercida por otra de sus parejas y el trauma más reciente por su aborto de trillizos son capítulos que la narración templada de una mujer ya adulta asumen o pretenden asumir. Es mejor que arrastrarlos durante toda la vida.