Me interesa la aceptación, la asunción de nuestra condición animal, puramente biológica, desde la que cabe construir nuestro sentido en el mundo, nuestra toma de conciencia como seres, en realidad, vivos sólo como parte de un ciclo necesario, caduco y de un valor no mayor que el de cualquier insecto. Somos mucho menos de lo que nuestras alegrías y pesares nos pueden hacer creer. Nuestras preocupaciones no importan más allá de nosotros mismos y no tenemos más que el instante, el presente estricto, esa suerte de eternidad que no sabemos vivir. Lo demás es consuelo, esperanza… religión… lo llamamos cultura también…


Que me perdone María Elena Higueruelo por mezclarla con mis divagaciones, pensamientos que, imagino, no compartirá pero que la lectura de dos poemarios suyos me ha suscitado, más bien me ha animado a escribir. Ella es una buena poeta jienense que acabo de descubrir motivado por la noticia de su reconocimiento con el Premio Nacional de Poesía Joven «Miguel Hernández» 2021. La lectura de «El agua y la sal» (XVIII Premio Poesía Joven «Antonio Carvajal»; Poesía Hiperón, 2015) y de «Los días eternos» (Premio Adonáis, 2019; ediciones Rialp, 2020) me ha proporcionado algo de compañía estos últimos días.
Hay en mí una pena asumida, y un silencio, y un vacío, y un montón de todas esas cosas sobre las que durante siglos muchos hombres y mujeres mejor que yo han hablado. No hay más luz capaz de alumbrar: solo la que existió y no retorna y lo acepto y por eso reconozco la dicha que acontece en la tristeza.
Comparto esa dicha que aflora con la lectura de sus poemas. Reconozco su tristeza. que atraviesa todo el libro y, sí, acepto la invitación que me brinda como lector a acompañarla en el proceso de toma de conciencia, de conocimiento que va desde la pueril aceptación de las sombras como verdades al hecho de cuestionarse frente al espejo, el deslumbramiento que no nos deja ver y, finalmente, la aceptación de la realidad, tan triste como este esquema que de ninguna manera puede hacer justicia a la profundidad de la obra. El platónico mito de la caverna marca las etapas de este proceso y los capítulos de un libro lleno de referencias mitológicas, bíblicas y poéticas que indagan en la vulnerabilidad de los conceptos y en lo endeble de un conocimiento que sólo puede ser verdadero desde la aceptación de su imposibilidad.
RAÍZ DE DOS No entre aquí quien no sepa geometría LA palabra es mucho más que la suma de sus letras: nadie entre, nadie entre aquí que no, nadie que no sepa deletrear lo impronunciable Nadie, nadie entre que no aspire a fracasar en el logos: restar, restar y restar y- Antifairesis infinita, residuo inconquistable. Entre aquí quien ya sepa de la inconmensurabilidad de las cosas que crecen hacia dentro. Y cuando crea tener la solución, atienda a las palabras del oráculo: "intenta de este modo duplicar el cubo, trisecar los ángulos, convertir en cuadrado este círculo". Necesitará entonces nuevas reglas, fabricar nuevos compases: inventar un lenguaje nuevo para construir el mundo, la nada, lo imposible. Quien esté dispuesto a ello, adelante: ingrese en el reino de la incompletitud. Esa imposibilidad de medir las cosas esenciales se ofrece como oportunidad para un lenguaje bello también en su planteamiento matemático, más presente en "El agua y la sed" y que en este "Los días eternos" juega sin embargo un papel fundamental por cuanto que, tácito casi todo el tiempo, confluye en su incapacidad con el sentimiento -voy a decirlo ya- trágico y pesimista de la vida.


En cualquier caso la belleza (representada también en personajes mitológicos o mitologizados por poetas y que mantienen su particular tensión con la existencia, con la realidad y sus sombras o los espejos, como la niña De Shalott, Booz, Rut…) en la obra se rebela en parte contra la tristeza y nos anima en la búsqueda del instante: «Amor, yo repudio / el pasado y el porvenir / por este instante contigo»,
o: «Cuando pasado y futuro se fundan / en el instante -afilado hilo de luz- / brotará la flor que descierra / la puerta de los días eternos».
Estamos pues ante una poeta que va en serio y cuya obra por aquí nos congratula y tranquiliza un poco. Tener entre las manos el libro de Ediciones Rialp, de un formato tan respetuoso con su contenido y con un tacto tan agradable animan a ocupar el tiempo en compañía de estos poemas que iluminan.